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El discurso de los terroristas en el terrorismo mediatizado
José Manuel Sánchez Duarte1


Resumen: En el siguiente artículo identificamos las narrativas de las organizaciones terroristas en el denominado terrorismo mediatizado. Así, desciframos las características esenciales que configuran sus argumentos políticos describiendo las fases que construyen el discurso general de los victimarios.1

Aproximaciones al concepto de terrorismo meditatizado.


            Los terroristas insurgentes quieren publicidad. Sus acciones se conciben en relación a normas de marketing y consumo mediático. Los medios de comunicación invaden cualquier ámbito de una sociedad mass-mediatizada a la que también le corresponde un terrorismo mediatizado. Desde los inicios del terrorismo ya se identificaron los réditos que podía reportar la propaganda. Los militantes anarquistas concedían importancia a la difusión de sus acciones aunque no fue hasta la segunda oleada del terror2 cuando esta característica sufrió una aceleración significativa (Rapoport, 2004, pp. 47-74). A partir de entonces se impuso en las prácticas habituales de los victimarios la planificación estratégica destinada a conseguir mayores audiencias.

          El desarrollo de las nuevas tecnologías influyó de manera determinante en el terrorismo mediatizado. La imprenta supuso una revolución en las formas de hacer política por la posibilidad de difusión ideológica más allá del boca a boca. A medida que se iban desarrollando nuevas posibilidades de comunicación, los terroristas variaron sus acciones. Bruce Hoffman destaca el potencial dramático de los nuevos atentados poniendo como uno de los primeros ejemplos los hechos ocurridos en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972 (1999, pp. 202-205).

          Poco antes de estas olimpiadas se habían desarrollado nuevos sistemas de difusión televisiva gracias a la creación de satélites que posibilitaban audiencias globales casi instantáneas. Cuando se produjo el secuestro de los atletas israelíes por parte de terroristas palestinos en la villa olímpica, millones de televidentes permanecían atentos al desarrollo de los juegos. De esta manera, los terroristas se aseguraron una audiencia mundial monopolizando la información y dando paso a un terrorismo en el que se combinaban las acciones físicas con las mediáticas. El paso del tiempo ha confirmado la persistencia de este tipo de actividades, adaptándose en cada momento al avance de la tecnología, a la configuración de los nuevos terrorismos y a las demandas de las audiencias para consumir y atender a estas acciones (“peticiones” de mayor espectacularidad, grado de habituación a las actividades violentas, etc.).

          Si tomamos la máxima por la que un grupo terrorista es eficaz cuando condiciona la agenda política y a la vez monopoliza la agenda mediática, acciones de este tipo pueden ser consideradas rentables. Los terroristas para sobrevivir necesitan figurar en las noticias y fabricar eventos convulsos que justifiquen su presencia en los medios. A raíz de los atentados del 11-S, Brigitte Nacos (2002, p. 10) acuñó la expresión de terrorismo mass-mediatizado para referirse a la relación entre las actividades de los grupos insurgentes y su relación con los medios. Este concepto supone la culminación de las pautas que indicamos antes. De las primeras actividades de difusión anarquista pasamos a acciones más llamativas, eventos espectaculares, planificados estratégicamente y diseñados desde el punto de vista del marketing.

          Entre los métodos terroristas se encuentra el ejercicio de la fuerza física para provocar daños en personas o propiedades. La violencia mediática, el terrorismo mediatizado se concibe como la transmisión de ese ejercicio a los medios. De ahí la importancia en la elaboración de marcos discursivos por parte de los terroristas. Frente a la exclusividad de la faceta militar y sangrienta de los violentos, aparece la del publicista. Las categorías narrativas utilizadas sirven para cerrar el ciclo completo de actividad. Su discurso no se queda sólo en la realización de una acción violenta y en el mensaje que puedan transmitir con ella. Para comprender mejor este punto es necesario elaborar una clasificación de los marcos discursivos más habituales empleados por los terroristas.

Marcos discursivos terroristas


          Denominamos marcos discursivos al argumento que presenta un problema o asunto público en términos políticos (Sampedro, 2000, p. 70). Su estudio nos permite identificar los mecanismos empleados por políticos y periodistas para configurar sus respectivas agendas y condicionar (o simplemente construir) las preocupaciones de la ciudadanía. En este caso intentamos analizar la construcción de los argumentos empleados por los terroristas con una finalidad: identificar las características esenciales que configuran sus narrativas.

          El objetivo de describir las características de cada marco discursivo se relaciona con la construcción social de la realidad. La información que recibimos de los medios de comunicación nos proporciona una serie de símbolos que incrementan nuestra capacidad para percibir el entorno y no sentirnos desbordados por una masa de estímulos indistinguibles (Ritzer, 1987, p. 237). De esta manera, por medio de prácticas institucionalizadas y rutinas mediáticas, obtenemos esquemas de referencia fijos para explicar los acontecimientos que se suceden.

          Los argumentos empleados por los terroristas nos permiten identificar su interpretación y construcción de la realidad. Para clarificar la narrativa victimaria elaboramos un esquema en dos fases en las que reconocemos cinco líneas discursivas diferentes. La primera fase se corresponde con el surgimiento de un grupo terrorista. En ella identificamos dos narrativas principales que giran en torno a los problemas de una determinada población (M.D.T.1)3 y a la necesidad del terrorismo para superar estos problemas (M.D.T.2). La segunda fase coincide con el desarrollo de la actividad terrorista. Reconocemos tres líneas discursivas centradas en la legitimidad y eficacia de las acciones violentas (M.D.T.3) así como en mostrar la debilidad de los enemigos (M.D.T.4) y las fortalezas de la propia organización (M.D.T.5). Para finalizar, aportamos a nuestro esquema dos marcos discursivos que sirven como complemento a la articulación de la narrativa general. Estos dos marcos tienen como finalidad retroalimentar al propio grupo violento (M.D.T.6) y resaltar los contenidos heroicos y románticos de su lucha (M.D.T.7)..

          A continuación mostramos un esquema destacando no sólo cada uno de estos marcos discursivos, sino también su momento de aparición y la contribución de cada uno de ellos al discurso general victimario. La elaboración de este esquema ha partido de varias lecturas imprescindibles sobre terrorismo, muchas de ellas con amplias referencias a la relación entre medios de comunicación y organizaciones que ejercen este tipo de violencia. Si bien alguno de estos autores no están referenciados en el desarrollo del esquema, sus planteamientos contribuyeron de manera esencial en el diseño que presentamos a continuación. Entre estas lecturas destacan: Walter Laquear (2003), Paul Wilkinson (1976), David Paletz y Alex Schmid (1992) y Bruce Hoffman (1999).

          Por tanto y como indicábamos antes, distinguimos en la composición del discurso general de los terroristas dos fases . La primera se centra en los inicios de una organización y abarca su surgimiento y primeros pasos. La segunda fase, sin embargo, se centra en el desarrollo de las acciones violentas resaltando la fortaleza de los victimarios y la debilidad de sus enemigos. Por último, y sin poderlos identificar dentro de una de las dos fases, recogemos dos marcos discursivos paralelos y complementarios ocupados de reforzar y retroalimentar los idearios de la organización, así de como recubrir de heroicidad y romanticismo su lucha.

1ª Fase. Surgimiento y creación del grupo terrorista.

           Emplazamos esta fase en un periodo anterior a las acciones violentas. Antes de iniciar la lucha armada, las organizaciones terroristas precisan de contextos represivos. Identificando la dominación y opresión estatal (M.D.T.1) se iniciará la demanda de grupos violentos (M.D.T.2) que solucionen los problemas existentes.
         
Opresión y represión. (M.D.T.1)

          El marco discursivo que inicia la narrativa de los terroristas tiene un carácter evaluativo. Para comenzar con las acciones violentas las organizaciones necesitan un contexto de opresión donde el sujeto que detenta el poder (gobierno, fuerzas de seguridad) actúa de manera represiva. Ante esta situación de amenaza los victimarios construyen un marco discursivo destinado a resaltar su esclavitud y sometimiento.

          El estado muestra su ineficacia al ejercer el poder fomentando la sumisión frente a la seguridad. El discurso de los terroristas se concreta en dos tipos de acciones. Las primeras están encaminadas a reconocer la violencia estatal efectiva, física. Para ello narran con detalle aquellas actividades violentas amparadas y ejercidas por el poder (por ejemplo torturas de la policía a miembros de la organización).

          El segundo tipo de acciones para resaltar la violencia estatal destacan el acoso al que se ven sometidos los victimarios y su periferia social y política. Resaltar este tipo de acciones no supone mostrar las consecuencias físicas de la dominación, sino los mecanismos de opresión simbólica o psíquica. En un número elevado de ocasiones estas prácticas son más efectivas que las anteriores. Se trata de identificar la criminalización de los terroristas no sólo por simpatizar o pertenecer a un grupo, sino simplemente por vivir en un determinado territorio, hablar un idioma concreto o participar de una cultura propia.

          La violencia física está más delimitada que la violencia psíquica. Esta última no se circunscribe a un espacio, no se ejerce de manera individual ni se aplica como contrarréplica a una acción insurgente. Dicha violencia penetra todos los ámbitos de la sociedad fomentando adhesiones muy distintas y creando un clima de victimización e indefensión. Para ello es necesario identificar al opresor, describir con minuciosidad sus acciones aumentándolas para obtener un mayor número de adhesiones. Una evaluación correcta de un contexto represivo y un discurso bien articulado en relación a él supone la base del siguiente marco narrativo. Aquellas ideas y conceptos que queden asentados en el imaginario colectivo justificarán el surgimiento y la existencia de una organización terrorista.

Existencia y necesidad del grupo terrorista. (M.D.T.2)

          El segundo paso en la articulación del discurso terrorista gravita entre dos finalidades. La primera centrada en remarcar la necesidad de un grupo insurgente y la segunda ocupada en publicitar su nacimiento. Identificamos, por tanto, un marco discursivo que conecta la descripción de las condiciones opresivas con la legitimidad de las posibles acciones violentas, siendo puntual y limitado. Expuesto el problema y reconocidos sus responsables se inicia un proceso publicitario para dar a conocer la organización y para resaltar capacidades de lucha.

          En definitiva, este marco contiene narrativas en las que se resalta la necesidad de una organización que resuelva los problemas que el estado no soluciona o que simplemente fomenta. Hay que reseñar que en ocasiones estos grupos realizan su presentación con acciones violentas más impactantes que un simple discurso mediático. Sin embargo, la importancia de estas narrativas se debe precisamente al contexto previo a esos ataques, a los discursos que sugieren o incitan la creación de grupos terroristas.

          Aunque nos centramos en el terrorismo insurgente, no podemos olvidar que la utilización de este marco discursivo también se identifica en la fase previa al terrorismo de estado. Después de un acto impactante o ante situaciones de violencia extendida en el tiempo pueden darse contextos o climas de opinión que favorezcan la creación de grupos terroristas gubernamentales. Los marcos discursivos visibilizan perspectivas que combaten el silencio y la ignorancia de políticos y periodistas. Sin embargo, la utilización de este enfoque no se contradice con la naturaleza del terrorismo de estado ya que se sitúa en un punto preliminar, justo antes de comenzar con las acciones violentas.

          Como conclusión hay que destacar que al hablar de este marco no nos referimos a las tácticas publicitarias que utilizan los terroristas para difundir sus acciones. Su intención es la de favorecer contextos en los que se perciba la necesidad de una solución violenta a los problemas.

2ª Fase. Desarrollo de las actividades violentas.

          Tras exponer la represión física y simbólica que el estado ejerce sobre una comunidad identificamos una nueva fase en la construcción del marco discursivo terrorista. Esta segunda etapa se caracteriza por la convivencia de los argumentos con las acciones violentas. Por tanto, asesinatos o actividades de extorsión e intimidación se desarrollan al mismo tiempo que una serie de narrativas centradas en resaltar la legitimidad del uso de la violencia (M.D.T.3) la debilidad del enemigo (M.D.T.4) y la fortaleza física y moral, de la organización terrorista (M.D.T.5). En definitiva, de los marcos discursivos centrados en la descripción de la realidad y en su evaluación, pasamos a argumentos que legitiman las acciones violentas (Wilkinson, 1981, p. 41) y amplifican la autoridad de los terroristas.

Coherencia, legitimidad y eficacia. (M.D.T.3).

           La necesidad de exponer las condiciones de dominación e identificar el ejercicio corrupto del poder se relega a un segundo plano. El marco discursivo que abordamos en este apartado se emplea para justificar las acciones violentas. La eliminación de los adversarios o la coacción a los gobernantes (Paletz y Schmid, 1992, p. 8) rebasan los límites de la ética y despiertan un fuerte rechazo. Las organizaciones terroristas pretenden, a través de estos argumentos, resaltar la coherencia de sus acciones y demostrar la legitimidad de llevarlas a cabo.

           El estado demuestra una incoherencia total en el desarrollo de sus actividades. Con acciones represivas y ejerciendo una dominación violenta y desproporcionada, incumplen los valores democráticos que promulgan de manera constante. De ahí la falta de conexión entre sus hechos y sus palabras. Como si de una campaña electoral se tratase, los terroristas venden sus propuestas y su proyecto consolidado, legítimo y coherente frente a las mentiras y promesas incumplidas de sus adversarios. Los victimarios se remiten a los discursos expuestos en la primera fase para presentar un proyecto compacto, de hechos consumados frente a la tibieza de los que ejercen el poder.

           Estos planteamientos se relacionan con el concepto de efectividad; los terroristas se convierten en vendedores de triunfo pese a los éxitos policiales o las detenciones de miembros de la organización. En torno a este concepto de eficacia elaboran narrativas que fomentan la adhesión a su proyecto. La incapacidad de la clase política ha quedado demostrada a lo largo del tiempo, es el momento de nuevas iniciativas que mitiguen las consecuencias de un ejercicio del poder errado y perjudicial.

Debilidad del enemigo. (M.D.T.4).

           La cobertura de los medios recrea en muchas ocasiones una contraposición políticamente relevante entre el nosotros y el ellos, desequilibrada a favor del nosotros y en contra del ellos (dependiendo del medio de comunicación y la cobertura favorable o desfavorable de los temas) (Durán, 2003, p. 155). Los terroristas fomentan una dualidad parecida a través de marcos en los que el nosotros se identifica con el grupo terrorista y sus simpatizantes y el ellos con el gobierno, las fuerzas de seguridad, etc. En este punto mostramos la narrativa de los victimarios centrada en resaltar la debilidad del enemigo.

           La coherencia y legitimidad de los terroristas se contrapone a la ineficacia estatal. Los victimarios no sólo se limitan a resaltar la utilidad de sus acciones sino que destacan la flaqueza del enemigo. Frente a la omnipresencia del estado y la aparente supremacía de los ejércitos y la policía despliegan acciones que merman el poder gubernamental de manera efectiva.

           Por ello, si se produce algún ofrecimiento por parte del gobierno (diálogo político, acercamiento de los presos a cárceles próximas a zonas de conflicto, amnistías), los terroristas elaborarán un discurso triunfalista más enfocado a resaltar la cesión gubernamental que los beneficios obtenidos. Su objetivo es, por tanto, demostrar la vulnerabilidad de las autoridades (Gerrits, cit. por Paletz, 1992, p. 45) y desmoralizar a los gobernantes y sus partidarios.

Fortaleza del grupo terrorista. (M.D.T.5).

           Tras resaltar la debilidad del enemigo los victimarios destacan su fortaleza y sus capacidades de lucha. Para ello promueven un marco discursivo en torno al carácter invencible de la organización. A través de un clima de miedo, aplicando métodos de extorsión y violencia demuestran su superioridad frente a los poderes estatales debilitados. Esta perspectiva enlaza con el planteamiento nosotros y ellos, expuesto antes. Frente al ejercicio famélico del poder del estado ( ellos ), los terroristas, ( nosotros ) , configuran un enfoque victorioso enérgico, consolidado e irreducible.

          Las narrativas de los violentos intentan certificar su capacidad de acción frente a los adversarios (De la Calle , 2006, p. 149) y mostrar su fuerza potencial a los propios miembros de la organización. Sin embargo, estos marcos no pueden sostenerse sólo en argumentos especulativos. Por ello realizarán actividades con un alto valor simbólico que, aunque no reporten un excesivo impacto en los enemigos, serán importantes para sus audiencias. Así, no sólo demostrarán la eficacia de sus acciones sino que entregarán réditos a aquellos simpatizantes a los que prometieron resultados.

3º. Marcos discursivos paralelos y complementarios.

           Como conclusión recogemos dos marcos discursivos paralelos y complementarios cuya función es la de reforzar y retroalimentar los idearios de la organización (M.D.T.6), así de como recubrir de heroicidad y romanticismo su lucha (M.D.T.7). Ambos se repiten tanto en el surgimiento de la organización terrorista (primera fase) como en el desarrollo de las acciones violentas (segunda fase).

Retroalimentación. (M.D.T.6).

           Abordamos en este punto, las prácticas discursivas destinadas a fortalecer la organización terrorista. Dichas acciones podrían interpretarse como rituales tanto para asentar y garantizar apoyos como para conseguir nuevas adhesiones a la causa. Su surgimiento coincide con el inicio de la organización y se mantienen en el tiempo en periodos de inactividad violenta y en épocas en las que el conflicto se intensifica. Por lo tanto, identificamos un marco discursivo que deriva de este tipo de rituales, complementario y paralelo al surgimiento de los grupos y al inicio de sus acciones.

           La finalidad de este marco discursivo es fortalecer y reforzar la moral de las personas que pertenecen al grupo o simpatizan con él. Hablamos de narraciones que resaltan, de manera constante, la opresión ejercida por el estado y las condiciones de sumisión que imponen. A través de esta narración los terroristas advierten a sus correligionarios de la necesidad de adherirse sin concesiones al proyecto y de los riesgos que pueden surgir al disentir de la línea oficial impuesta por la dirección.

           El empleo de este marco discursivo supone a veces la creación de un vocabulario propio y exclusivo que intentan imponer al resto de discursos políticos y mediáticos. Con hechos como este se potencia la distinción entre los miembros de ese grupo y sus opositores no sólo en la pugna física sino en la dialéctica.

Heroicidad. (M.D.T.7).

           La lucha contra el orden establecido acostumbra a revertirse, más allá del estigma, con tintes románticos. Los hombres que en ruptura con el poder impuesto se sublevaban cuestionando prácticas abusivas, podían obtener la condición de héroes. Dicha condición persiste más allá del impacto caduco de una acción violenta. El marco discursivo que identificamos en este apartado realiza una utilización sentimental de la lucha, empleando las emociones y las pasiones para justificar actividades inexplicables de otro modo. Como señala Bertrand Rusell (cit. por Luis Veres, 2003, p. 100) destacando la importancia de este elemento en los discursos políticos: “en medio de los mitos e historias de odios contrapuestos, es difícil hacer que la verdad alcance a la gran masa de la gente, o generalizar el hábito de formar opiniones con pruebas en vez de con pasiones”.

           Las organizaciones terroristas conceden a su lucha una dimensión divina. Sus acciones fabrican mitos4 que favorecen una visión romántica de la lucha terrorista convirtiendo a los asesinos en miembros de un ejército de liberación. En las prácticas políticas el uso de mitos ha sido habitual. Antiguamente se descendía de la concepción religiosa a la realidad política para legitimar dinastías. Sin embargo, en la actualidad se eleva la realidad política a un mundo divino que se pretende sea sentido como una religión (García Pelayo, 1964, pp. 11-12). Esta es una de las finalidades de este marco discursivo. A través de determinados conceptos los terroristas articulan una narrativa destinada a conceder heroicidad a las acciones y mitificar la lucha de los violentos.

          Aborda-se aqui a questão a partir de uma proposta de uma ação comunicativa – e afinal estamos falando de tecnologias da informação. Isso é importante para evitarmos determinismos tecnológicos ou culturais. Ou seja, a tecnologia digital, per si , não vai levar a um determinado estágio político, nem o socialismo vai ser construído pelas novas vocalizações, nem a direita vai impor sua visão de mundo apenas pelo uso da Internet. No entanto, isso não significa dizer que a tecnologia é neutra. Não: ela altera a maneira como as pessoas se relacionam, como elas se comunicam e, conseqüentemente, modifica a política. Altera até mesmo a forma como entendemos o mundo. É nesse complexo jogo dialético de múltiplas relações e influências mútuas que diariamen te se constrói a nova sociedade.

Conclusión


           La identificación de los diferentes marcos discursivos que conforman la narrativa general de los terroristas nos permite comprender de una manera más exhaustiva el comportamiento de estos grupos en contextos de terrorismo mass-meditizado . El siguiente paso sería identificar los argumentos de respuesta desplegados por los gobiernos y los medios de comunicación respectivamente.

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